jueves, 6 de enero de 2011

Música de relajación - Delfines y ballenas

Caminos


Al principio del camino hay una encrucijada. Allí puedes pararte a pensar en la dirección que vas a tomar. Pero no te quedes demasiado tiempo, o nunca saldrás de ese lugar. Reflexiona lo necesario sobre las opciones que tienes delante, pero una vez que des el primer paso, olvídate definitivamente de la encrucijada, pues en caso contrario nunca dejarás de torturarte con la inútil pregunta: “¿El camino que elegí era el correcto?”
El camino no dura para siempre. Es una bendición recorrerlo durante algún tiempo, pero un día terminará, y por eso debes estar siempre listo para despedirte en cualquier punto. Por mucho que te deslumbren determinados paisajes, o te asusten ciertos trechos donde hay que esforzarse especialmente para seguir en pie, no te aferres a nada. Ni a los momentos de euforia, ni a los interminables días en los que todo parece difícil, y el progreso es lento. Más tarde o más temprano llegará un ángel, y tu jornada habrá llegado a su término. No lo olvides.
Honra tu camino. Fue tu elección, fue decisión tuya, y en la misma medida en que tú respetas el suelo que pisas, este mismo suelo respetará tus pies. Haz siempre lo más adecuado para conservar y mantener tu camino, y él hará lo mismo por ti.
Equípate bien. Lleva un rastrillo, una pala, una navaja. Entiende que para las hojas secas las navajas son inútiles, y que para la hierbas muy enraizadas los rastrillos son inútiles. Conoce siempre qué herramienta hay que emplear en cada momento. Y cuida de ellas, porque son tus mayores aliadas.
El camino va hacia delante y hacia atrás. A veces es necesario volver porque se perdió algo, o porque un mensaje que debía haber sido entregado se quedó olvidado en un bolsillo. Un camino bien cuidado permite que puedas volver atrás sin grandes problemas.
Cuida del camino antes de cuidar de lo que está a su alrededor: atención y concentración son fundamentales. No dejes que las hojas secas del borde del camino te distraigan, ni que la manera como los otros cuidan sus propios caminos desvíe tu atención. Usa la energía para cuidar y conservar el suelo que recibe tus pasos.
Ten paciencia. A veces es necesario repetir las mismas tareas, como arrancar las malas hierbas o cubrir los agujeros que surgieron tras una lluvia inesperada. Que esto no te enfurezca, pues forma parte del viaje. A pesar del cansancio, y a pesar de las tareas repetitivas, ten paciencia.
Los caminos se cruzan: las personas pueden explicar el tiempo que hace. Escucha los consejos, pero toma después tus propias decisiones. Tú eres el único responsable del camino que te fue confiado.
La naturaleza sigue sus propias reglas: por lo tanto, tienes que estar preparado para los súbitos cambios del otoño, para el hielo resbaladizo del invierno, para las tentaciones de las flores en primavera, y para la sed y las lluvias del verano. En cada estación, aprovecha lo mejor que te ofrezca, y no te quejes de sus particularidades.
Haz de tu camino un espejo de ti mismo: no te dejes influir en absoluto por la manera como los demás cuidan de sus caminos. Tú tienes un alma que escuchar, y los pájaros transmitirán lo que tu alma quiere decir. Que tus historias sean bellas y agraden a todo lo que tienes en torno. Sobre todo, que las historias que cuente tu alma durante la jornada se reflejen en cada segundo del recorrido.
Ama tu camino: sin este principio, nada tiene sentido.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Nuestro Cuerpo Emocional

El cuerpo emocional, también denominado cuerpo astral, es el portador de nuestros sentimientos, de nuestras emociones y de las cualidades de nuestro carácter. Ocupa aproximadamente el mismo espacio que el cuerpo físico. El aura del cuerpo emocional tiene forma ovalada y puede extenderse a varios metros de distancia entorno a la persona. Toda emoción se irradiará en su aura a través de los chacras y el cuerpo emocional.

En el cuerpo emocional se hallan almacenadas nuestras emociones no liberadas, las angustias y las agresiones conscientes e inconscientes. Todo esto se refleja en el aura en forma de nebulosas oscuras. Cuánto más abre una persona su conciencia al amor, la entrega y la alegría, más claros y transparentes son los colores que irradia su aura emocional. Todas estas emociones no liberadas son emitidas al exterior inconscientemente a través del aura emocional. Las frecuencias energéticas que emitimos atraen vibraciones energéticos iguales del entorno y se une con ellas.

La frecuencia de la angustia en una persona atrae situaciones en las que se ve confirmada una y otra vez su angustia. El cuerpo mental puede dirigir el comportamiento hacia el exterior, pero no suprimir las estructuras emocionales inconscientes. Por ejemplo, una persona puede aspirar conscientemente al amor y el éxito e inconscientemente irradiar frecuencias energéticas contradictorias de celos y falta de autoconfianza, que le impedirán alcanzar su objetivo consciente.


Las estructuras emocionales continuarán existiendo a través de las diferentes encarnaciones siempre que no se liberen. Las experiencias no liberadas almacenadas en el cuerpo emocional determinan en gran medida las circunstancias de la nueva vida.

Hay que evitar ponernos en el papel de “víctima” y de atribuir la culpa de nuestras debilidades y miserias a otras personas o a las circunstancias. Podemos cambiar nuestra vida cambiándonos a nosotros mismos.

Cuando las vibraciones de nuestro cuerpo espiritual se unen con el cuerpo emocional y lo penetran, éste comienza más rápidamente y empieza a expulsar las energías negativas almacenadas, que tienen frecuencias menores. Con ello perdemos el recuerdo emocional de estas experiencias y podemos perdonarnos a nosotros mismos y a los demás.

Con la disolución de las emociones estancadas el cuerpo comienza a irradiar profundos sentimientos de amor y alegría incondicional. El aura emocional luce con los colores más claros, intensos y transparentes.

La única función del cuerpo mental es recoger las verdades universales que le llegan al cuerpo espiritual e integrarlas con el entendimiento racional que las lleva a una solución del problema en consonancia con las leyes universales.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡No te des la vuelta nunca!

“Érase una vez… entre las colinas y el bosque, se paseaba un pequeño guante. A lo largo de sus paseos se encontró con pantalones, calcetines, camisas jerséis e incluso con ropa interior. Dándose la mano o la manga todos se saludaban calurosamente. En el campo, todos estaban bastante satisfechos con su suerte, a pesar de los pequeños e inevitables sietes de la vida. Obviamente, cuando llovía, el impermeable era el único que podía salir a pasear, aunque hay que añadir que cuando hacía calor no estaba muy cómodo.

El pequeño guante, muy elegante, sufría de un extraño y funesto mal… Era terriblemente sensible, algo que a menudo lo entristecía. No podía ver un siete un pantalón, eso lo destrozaba. Si veía un botón de menos en una camisa, se sentía amputado él mismo. Si veía una camiseta manchada, se sentía sucio. Si veía un agujero o hilos sueltos en un jersey de lana, le afecta mucho, se sentía terriblemente desvalorizado. Sufría por todo eso, por todas esas agresiones a sus compañeros a los que quería, ¡y también con los desconocidos!

Pero eso sólo era la mitad de su mal. Este pequeño guante tenía la necesidad constante de que lo admiraran, lo halagaran, reconocieran sus cualidades, a fin de cuentas reales. Si pasaban más de 24 horas sin que recibiera una mirada cariñosa, se ponía muy triste. Su preocupación cotidiana era buscar esa palabra, esa mirada, esa aprobación.

Un día que pasaba por un puente, un golpe de viento inesperado lo hizo caer al río. Se cerró inmediatamente para que el agua no entrara y se ahogara y, gesticulando con los cinco dedos, consiguió llegar a la orilla. Allí, tendido en una roca, se secó al sol. Como, a pesar de las precauciones, había entrado agua en el interior, tuvo la idea de darse la vuelta, es decir, que la parte de dentro quedara hacia fuera y viceversa.

Y allí, en ese momento, sucedió la revelación. Se produjo un auténtico milagro con ese movimiento. El pequeño guante jamás se había dado cuenta… ¡que estaba del revés! Su interior estaba en el exterior, y el exterior estaba en el interior. Por eso le afectaba tanto el sufrimiento ajeno. Porque, lo que sucede en nuestro exterior, normalmente lo dejamos en el exterior. ¡Pero él lo vivía en el interior! Y lo que vivimos en nuestro interior, es decir nosotros mismos, nuestra identidad, la conciencia de nuestro ser y nuestro valor, el pequeño guante lo había expuesto al exterior. ¡Al exterior, a los demás!

Pero todo había terminado. Ya se había girado. El interior en el interior y el exterior en el exterior… para siempre.

A partir de ese día, pudo ser sensible a las preocupaciones de los demás sin que eso le provocara tormentos internos. También pudo apreciar los cumplidos sin ser dependiente de ellos.

A veces, puedes notar cómo te toca la espalda y te acaricia suavemente el hombro, o incluso puedes verlo, paseando por las colinas. Según las últimas noticias, habría encontrado un alma gemela y, entre los dos, estarían aprendiendo a tocar el piano.”

El cuerpo como herramienta de curación

Christian Flèche

lunes, 8 de noviembre de 2010

Conversación con Mamá

- ¿De dónde venía yo cuando me encontraste?, preguntó el niño a su madre.
Ella, entre risas y lágrimas,apretó al niño contra su pecho y le respondió:
- Estabas oculto en mi corazón como un deseo, vida mía.
Estabas entre las muñecas con las que jugaba cuando era niña.
Has vivido en mi vida y en la de mi madre.
Durante muchos años, has sido acunado en el regazo del Espíritu eterno que rige nuestra casa.
Cuando en mi adolescencia abría mi corazón sus pétalos,
en él flotabas tú como un hálito perfumado.
Tu tierna suavidad floreció en mi cuerpo
como el resplandor rojo del cielo que anuncia el amanecer.
Primer amor del cielo, que tienes de hermana gemela a la luz del alba,
has bajado al río de la vida del mundo
y te has quedado al fin sobre mi corazón.
¡Tú, que eras antes de todos, eres ahora sólo mío!
¿Qué mágico poder ha puesto en mis débiles brazos el tesoro del mundo?


Rabindranath Tagore, de "La Luna Nueva"

viernes, 5 de noviembre de 2010

Deseos de Cosas Imposibles


Igual que el mosquito más tonto de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir.
Te sigo como le siguen los puntos finales a todas las frases suicidas que buscan su fin.

Igual que el poeta que decide trabajar en un banco, sería posible que yo, en el peor de los casos, le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón, haciendo que firme llorando esta declaración.

Me callo porque es más cómodo engañarse, me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase, aunque otro me acompañe, en silencio te querré tan solo a ti.

Igual que un mendigo cree que el cine es un escaparate, igual que una flor resignada decora un despacho elegante, prometo llamar "amor mío" al primero que no me haga daño y reír será un lujo que olvide cuando te haya olvidado.

Pero igual que se espera como esperan en la Plaza de Mayo, procuro encender en secreto una vela, no sea que por si acaso un golpe de suerte algún día quiera que te vuelva a ver, reduciendo estas palabras a un trozo de papel.

Me callo porque es más cómodo engañarse, me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase, aunque otro me acompañe, en silencio te querré tan solo a ti.

Y me callo porque es más cómodo engañarse, me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase, aunque otro me acompañe, en silencio te querré, en silencio te amaré, en silencio pensaré tan solo en ti.